Escapismos amorosos
Existe una endemia, definida esta como un padecimiento que ataca a cierto sector de la población, muy bien definida en el lenguaje conurbanil actual; “Pintó desconocerse”.
Pero claro, no estamos acá para analizar esas tonterías. Iremos a algo más profundo y enigmático como el “pintó desconocerse” en cuestiones de amor.
Quiero suponer que Garcia Marquez no miraba Tik Tok cuando escribió “Fuimos un cuento breve que leeré mil veces” pero no puedo dejar de pensar que tan bien aplica al ghosteo actual que te puede clavar una persona (tu propio/a pareja!!) luego de haber vivido circunstancias increíblemente íntimas, luego de haber compartido proyectos, charlas infinitas, hermosos viajes, luego de haberse mirado fijamente a los ojos y haberse declarado amor del bueno, amor verdadero, amor de ese que uno siente que le explota el pecho y lo siente de manera recíproca, luego de haberse presentado a las familias, los amigos, luego de compartir fotos en redes y exponer ese amor tan firme y estable..
Luego de todo eso, llega tu cumpleaños y aparece ese que no soportas de la oficina de al lado, te escribe el infumable que no bloqueas por lástima, te saluda el falso que varias veces te clavó un puñal para ascender el escalón invisible que solo ven los y las chupamedias del trabajo. Pero la persona que compartió verdadera intimidad con vos, la persona que te bancó mil cosas, la que te amaba y vos la amabas desapareció de un momento a otro.
Sin explicaciones ni miramientos, sin un mínimo rastro del diálogo que solían tener frecuentemente, desapareció. Las cosas se pusieron turbias uno, dos o tres días y para la otra parte fue suficiente para bloquear el whatsapp y las llamadas, para no responder los mails más elaborados, esos en los cuales escribiste a conciencia para rogar una charla, aunque sea una charla para comenzar un duelo en forma, un duelo del cual no tengas que transitar con la incertidumbre de saber si el algún momento “le pinta volver” y tengas que reabrir heridas profundas..
Tengo varios casos cercanos y claro, estoy transitando otro similar. la desazón del silencio absoluto y sostenido, el tremendo ruido sordo en el alma de tener que hacer un duelo de manera unilateral sabiendo que la otra persona no murió, simplemente le resultó más fácil “desconocerse” y desaparecer para no dar explicaciones, aunque sabemos que las tiene y hasta podrían ser válidas pero no las comparte jamás con quienes fuimos su pilar, su “amor de mi vida” su “con vos envejecer juntos por favor” Su todo.. Nuestro todo. Rompe el alma y nos deja en una posición destructiva.
Pienso que este mundo es bastante cruel como para agregarle este tipo de crueldad. Creo que la “responsabilidad afectiva” también abarca el momento donde el afecto escasea y es momento de sentarnos a charlar para dar un final, aunque duela, está hablado y la otra parte queda libre de iniciar su duelo como corresponde.
Independientemente de eso, haciendo un paralelismo con los gobiernos de las superpotencias, el “teléfono rojo” nunca debería cortarse. Quiero decir que varias veces me tocó hablar con ex parejas que tuvieron malos momentos y supe (y supieron) darme y darles una palabra de aliento, sin caer en los extremismos del “soy amigo de todos mis ex” que me resulta otra fantochada, el hecho de haber compartido intimidad y un proyecto de vida aunque más no sea temporal con otro ser humano nos debe humanizar y no podemos caer en el fantasmeo brutal e inhumano del desconocimiento intempestivo para con la otra persona a quien amamos y nos ha amado tanto.
Sabrán con estas líneas que comparto indignación. Indignación de creer emocionalmente madura a quien no lo era. indignación de abrazar amigos y amigas que les pasó lo mismo a sabiendas que ese duelo amoroso es mucho más largo, elaborado y doloroso que el “normal”, ese en donde las parte se hablan en forma civilizada y acuerdan tomar caminos distintos deseandose mutuamente lo mejor del mundo y agradeciendo la magia compartida juntos para continuar la vida en soledad hasta que las heridas se curen sanamente para darnos otra oportunidad.
"Ante una situación anormal, una reacción anormal constituye una respuesta normal"
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