Solidaridad Conurbanil
Pocos días transcurrieron desde que se produjo un vendaval importante que afectó a diversas regiones del Área Metropolitana Buenos Aires (AMBA) afectando desde el suministro eléctrico de grandes regiones, cortando totalmente la circulación de calles y avenidas por árboles, carteles y todo tipo de objetos desparramados en ellas, como así también afectando severamente hogares al destruir parte de sus instalaciones o directamente volando sus techos.
Fieles a nuestro título de “Conurban Tales” vamos a volcar algunas impresiones que recogimos “in situ” desde el corazón del conurbano mismo y las vamos a enfrentar con estudios académicos para ver qué hay de verdad y de chamuyo en eso de la solidaridad conurbanil tan pregonada por sus habitantes, promovida por políticos que acuden a ella cuando aplican políticas de ajuste y ninguneada por ellos mismo cuando pretenden hacerse los asistencialistas para con este pueblo de 11 millones de personas.
Estamos de acuerdo en reconocer a la confianza como un valor fundante en las relaciones de cooperación, y sostenemos que la inseguridad, el delito y la pobreza material (en otra entrada hablaremos sobre la pobreza mental) erosionan la confianza y las bases de la solidaridad ya que “vivir sin enemigos requiere de confianza”.
Pero en una constitución social en la cual más de un tercio de la gente vive en asentamientos o barrios populares y se gana la “diaria” en la economía informal, se resquebrajan los instrumentos asistencialistas del estado forzando a que estos sectores operen con sus propias lógicas e identidades, que en algunos casos hasta cuestionan la legitimidad del estado, desacreditando su (pobre) accionar para delegar ciertas funciones en otros órganos menos burocráticos y de mayor cercanía.
Es importante remarcar que cuando hablamos de “solidaridad” no lo hacemos solamente en términos interpersonales, la evidencia nos indica que en nuestro querido conurba, juegan un rol importante la familia, las iglesias, el vecindario, las asociaciones civiles, los clubes y las sociedades de fomento, ya que en ellas encontramos un infinito número de lealtades cotidianas como así también un conjunto de contra-fuerzas que contrarrestan el abuso del poder político. Así también separamos las palabras “solidaridad” y “sociedad” ya que el concepto de sociedad se define como la prestación de servicios mutuos, y la solidaridad la encontramos en las antípodas del homo economicus sin derivar en la definición jurídica de sociedad ya que no es el punto de esta entrada.
La experiencia histórica de los sectores populares locales indica que la gente recurre al estado como último recurso. A nadie le gusta que los agentes estatales se entrometan en sus vidas, y solo lo aceptan en situaciones límites. Se percibe que las personas prefieren resolver los problemas por sí mismas, de forma contraria a lo que baja desde la TV, en donde se hace foco en el pibe de barrio que no labura y vive “del estado” mediante un plan social u otro medio asistencial. Incluso cuando la presencia de políticas sociales es visiblemente notoria como en el momento actual de crisis, ello no necesariamente aumenta la confianza en las instituciones públicas y genera fuertes dudas sobre el “después” al generar dependencia o clientelismo político hacia dichas medidas asistencialistas.
Si expresamos la solidaridad como ayudas, podemos basarnos en una interesante investigación de campo realizada por la conurbanica Universidad Nacional de La Matanza que podemos ver aquí, y apreciar cómo se materializan dichas solidaridades.
De esta manera podemos apreciar que la solidaridad se reparte primeramente entre familiares (83.5%), luego entre amigos (79.8%), entre compañeros de trabajo (46.%) y entre vecinos (35.8%)
¿Por qué somos solidarios?
Basados en este mismo estudio, podemos afirmar que A) Porque nos genera satisfacción y alegría, B) Porque alguna vez fueron solidarios con nosotros y tenemos la necesidad de retribuirlo C) Porque percibimos una recompensa presente o futura de los otros miembros de la comunidad (polémico, no?) D) Por el hecho mismo de ayudar (aca podriamos entrar en el infinito debate del hombre bueno por naturaleza o bueno por la simple observancia de los demás hacia su conducta) E) Por creencias religiosas (Dios me mira + quiero ir al cielo = más vale ser solidario)
Conclusiones
La solidaridad conurbanica se nutre del sentido de reciprocidad (dar-recibir-retribuir) en donde los lazos interpersonales superan ampliamente las instituciones tanto gubernamentales como extra gubernamentales y ni las políticas estatales ni la expansión de la intervención estatal hicieron mella en las formas tradicionales del ayudarnos.
Ya sea por motivos religiosos, individuales, personales de satisfacción o por conciencia social los conurbanenses mantenemos viva la llama de la solidaridad, más importante que nunca en tiempos de hiper individualismos y realizaciones personales con exaltaciones de huecos slogans tales como “cada uno se salva por sí mismo” o “sea su propio jefe” en donde se busca responsabilizar a cada uno por su fracaso, sin mirar que si todos juntos fracasamos hay algo más allá que no nos deja lograr nuestros objetivos.
Si desea ampliar sobre la temática, dejo un interesante link sobre un estudio acerca de la solidaridad de las clases altas en una escuela rural en el Chaco, en este artículo.
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